Bilbao Bassaterra (Futuro Vegetal): “Cada día que no impulsamos el cambio es un día que nos lleva al caos climático”

“Tenemos que suspender la charla de mañana, lo siento, nos han detenido en Francia”. Ese fue el último mensaje que me envió Bilbo Bassaterra en diciembre del año pasado. Estábamos organizando el BAB, la Feria Vegana de Bilbao en el que Bassaterra y su compañera darían una conferencia sobre su activismo, pero aquel 2 de diciembre nos quedamos sin ver lo que sería la charla más multitudinaria que teníamos en el cartel. “La Policía Nacional nos ha calificado de organización criminal y ha pedido a Francia que nos detengan”, me escribió. Al cabo de unas horas, vimos en los medios de comunicación cómo otros 20 miembros del mismo colectivo que acababa de ser considerado organización criminal fueron detenidos en Madrid. Tres meses después, nos reunimos en la ciudad que lleva su nombre, en Bilbao, en una cafetería del Casco Viejo. He pasado tres días con las activistas en su ciclo de conferencias por Bizkaia, en los que he podido comprobar el nivel de compromiso en torno a la mitigación del cambio climático que tiene este grupo de activistas climáticas, o, como dice la Policía Nacional, esta organización criminal, Futuro Vegetal.

¿Qué pide Futuro Vegetal?

Pedimos al Gobierno que no conceda más subvenciones a la ganadería. La industria cárnica es uno de los sectores que más contribuye a la emergencia climática, y, aún así, en el último año y medio ha recibido 1.380 millones de euros del Estado. Nosotras pedimos que ese dinero se destine a la producción de productos 100 % vegetales, mediante alternativas socialmente y ecológicamente responsables. Qué
¿significa esto? Por ejemplo, que al cerrar un matadero, se proporcionen alternativas a los trabajadores, bien sea otro puesto de trabajo, tierras o un salario. También podría utilizarse ese dinero para paliar el efecto de las sequías. Porque hay dinero.

La industria cárnica, uno de los sectores que más contribuye a la emergencia climática, en el último año y medio ha recibido 1.380 millones de euros del Estado

Para hacer llegar vuestro mensaje llamáis la atención de los medios de comunicación a través de acciones espectaculares o disfraces vistosos, y esperáis a que os detengan. Arriesgáis vuestra libertad e integridad física, por ejemplo, entrando en las pistas de aterrizaje de un aeropuertos sin permiso o cortando carreteras. ¿Qué os motiva a actuar?

Tenemos la evidencia científica, que nos está diciendo que los escenarios que contemplaba el Panel de para el cambio climático de las Naciones Unidas (IPCC) de los peores posibles 30 o 40 años, no solamente se están cumpliendo, sino que en muchos casos se están cumpliendo antes de lo esperado. Ante esto, las instituciones no hacen nada, a menudo, solo agravan la situación. No me refiero sólo a la ganadería, hay muchas empresas ecocidas: Iberdrola, Repsol, Volkswagen… Si queremos reducir el impacto de la emergencia climática en la vida de los seres humanos y de los demás animales, tenemos que actuar ahora y hacer lo que está en nuestras manos. Cada día que no impulsamos el cambio es un día más que nos lleva hacia el caos climático. En muchos lugares podemos ver ya hambrunas y otros fenómenos provocados por la emergencia climática. Yo soy de Cádiz y está previsto que allí, en 2030, mi madre tenga problemas para encontrar agua potable. Por lo tanto, haré activismo climático. ¿Cuál es la amenaza? ¿Pasar dos o tres años en la cárcel? Lo prefiero.

Algunos medios de comunicación han utilizado el término “ecoterrorista” para designar a las activistas de Futuro Vegetal, y recientemente la Policía Nacional os ha calificado como organización criminal. ¿Cómo lo gestionáis?

Aunque intentan criminalizar el movimiento ecologista, nosotras repetimos una y otra vez que no somos más que activistas climáticas. Además, hacemos uso de algunas estrategias. Por ejemplo, cuando nos llaman terroristas, aprovechando que suele ser en medios de comunicación de público derechista, hablamos de que llamarnos terroristas puede parecer una falta de respeto hacia las víctimas del terrorismo real, es decir, hacia las personas que perdieron a familiares o miembros del cuerpo. Por otro lado, cuidamos nuestra imagen en los medios de comunicación; yo me pongo camisa, gafas, el pelo bien peinado… Cuando ejerzo de portavoz, evito el aspecto que mucha gente, desgraciadamente, relaciona con personas delincuentes. Además, utilizo un tono relajado y trato con excesivo respeto a los interlocutores, incluso cuando nos insultan.

Además de “terrorista”, ¿con qué terminos os han descrito o insultado?

Hemos oído de todo: “vándalos”, “gilipollas”… Nos han infantilizado mucho y nos dicen continuamente cómo tenemos que hacer activismo. En la Cumbre del Clima de 2019, la ministra de Transición Ecológica Teresa Ribera dijo que para poder tomar medidas contra la emergencia climática, necesitaban más presión en las calles, pero cuando en diciembre nos consideraron como organización criminal, respondió que nuestra detención le parecía normal, que “la nuestra no manera de protestar”. Entonces, ¿qué tipo de presión estaba pidiendo? Por si fuera poco, nos insisten en que nuestro trabajo no sirve para nada, pero hemos visto claramente como, durante los 2 años de actividad de Futuro Vegetal, muchos sectores del ecologismo se han vuelto mucho más críticos con la ganadería. El propio Greenpeace ha pasado de proteger la ganadería extensiva a censurar todo tipo de ganadería.

Nos dicen que nuestro trabajo no vale para nada, pero en los 2 años que tiene FV, muchos sectores del ecologismo se han vuelto mucho más críticos con la ganadería

Vuestras tácticas son muy innovadoras junto a las de otros grupos ecologistas. Con muy pocos medios desarrolláis actividades sencillas pero visualmente muy espectaculares y os movéis por los márgenes de la legalidad, pero a cara descubierta. ¿Qué os hizo elegir este tipo de activismo?

Desde el principio, tomamos el camino de la desobediencia civil no violenta porque queremos un cambio profundo y rápido. Si cortas la M30 en plenas Navidades, como hicimos, muchas personas que están ahí en el atasco te odiarán, pero si el 10 % de ellas se llegan a pensar por qué la has hecho, ya será un éxito comunicativo, y llegaremos a cientos o miles de personas, más aún si luego vienen los medios de comunicación. Hay estudios que relacionan la desobediencia civil como la que hacemos con la rápida consecución de cambios sociales profundos.

¿Qué tipo de relación tenéis con los medios de comunicación? ¿Entienden vuestro activismo? ¿Son conscientes de la gravedad de la emergencia climática? ¿Y de la gravedad del especismo?

Les interesa la emergencia climática, pero apenas se preocupan por el bienestar de los animales no humanos. Es más, cuando sacan a activistas veganas, muchas veces buscan perfiles de personas con una forma de comunicación controvertida, como las chicas del santuario Almas Veganas, que hablaban de “les gallines”, cita parodiada en su día por muchas cadenas de televisión. Los medios de comunicación buscan este tipo de perfiles para perjudicar la imagen del movimiento, está claro. Cuando tienen que hablar con ganaderos o toreros no recurren a alguien que se comunica de una manera tan polémica o que no sabe comunicarse.

¿Os ridiculizan, entonces?

Sí, pero hemos trabajado mucho. En muchos espacios ya no nos consideran delincuentes que no saben lo que quieren, sino activistas, y entienden cuál es nuestra preocupación, que debería ser la preocupación de todo el mundo.

En vuestras redes sociales, denunciáis una brutal persecución policial. ¿Se trata de algo que ha dañado el movimiento?

Cuando vamos a una acción sabemos que nos van a detener, ahí no hay ningún problema. Sin embargo, el pasado mes de diciembre, cuando la Policía Nacional nos catalogó como organización criminal, nos detuvieron de forma inesperada y nos sometieron a duras pruebas para generar desconfianza entre las activistas. Antes de eso, ya nos habían infiltrado a un agente de la policía, y tras estas detenciones, las sospechas volvieron a estar a la orden del día. Esto dejó el equipo roto. Sin embargo, creemos que este acoso policial es el reflejo de nuestra influencia. A veces se nos acercan agentes políticos, como Ione Belarra, preocupados por nuestra situación. Nosotras no somos partidarias de la política porque creemos que no vamos a conseguir el cambio que necesitamos por ese camino, pero cuando la policía te persigue se agradece esta legitimidad que te confieren.

Nos infiltraron a un agente de la policía y, tras las detenciones, las sospechas volvieron a estar a la orden del día, lo que dejó al equipo roto

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