Fethallah Khenadeki: «Europa es para nosotros el mundo de una mayor libertad, venimos en su busca»

De criar pollos en Argelia, Fethallah Khenadeki ha pasado a ser un activista antiespecista en Bilbao. Hizo el viaje en patera y, tras arriesgar su vida en busca de mayor libertad, ahora milita por la liberación de animales no humanos.

Cuéntanos, ¿quién es Fethallah Khenadeki?
Soy un chico argelino de 30 años que vive en Bilbao. Cuando llegué, tuve la suerte de encontrar la fundación Peñascal que ayuda a los inmigrantes con su formación, y hago cursos con ellos: fontanería, electricidad, climatización, técnicas de calefacción y placas solares… Por la tardes, realizo prácticas de estas áreas en colaboración con empresas.

¿Cuándo llegaste a Euskal Herria?
Vine justo antes de la pandemia, en enero de 2020. Fue duro, llegamos en una patera y, al cabo de dos meses, lo cerraron todo: tiendas, bares, colegios… La gente de alrededor tenía mucho miedo, y nosotros dormíamos en albergues.

¿Cómo fue el viaje en patera?

Fue muy cómodo para mí. Sólo íbamos seis personas, y el motor de la lancha tenía mucha potencia, así que llegamos al puerto de Cartagena en apenas 8 horas. Allí nos esperaba la policía y nos detuvieron; nos identificaron y al cabo de tres días nos soltaron, cada uno en busca de una nueva vida. Para nosotros, venir a Europa, es un sueño, y muchos mueren en el mar en busca de ese sueño. He mencionado que para nosotros el viaje fue fácil, pero muchos otros pasan los días antes de desembarcar perdidos en alta mar, o fallecen.

«Para nosotros, venir a Europa, es un sueño, y muchos mueren en el mar en busca de ese sueño»

¿Alguien te ayudó cuando viniste? ¿Conocías a alguien de aquí?

No, sufrí mucho en los primeros meses. No diré que tengo el corazón duro, pero tuve mucha paciencia. Luego conocí a un voluntario de la Cruz Roja, que era mi profesor en Bilbao. Me dio mucha confianza, salíamos de fiesta, y me ha enseñado un montón de cosas.

¿Cuál era tu intención cuando llegaste?
Ir a Francia, por eso vine a Bilbao. Luego empecé a preguntar cómo conseguir los papeles. Hacen falta casi tres años, y me falta muy poco para conseguirlos. Cuando consiga los papeles, quiero ser trabajador autónomo, pero el Estado español pone más trabas que el francés; aquí tenemos que renovarlo cada año, pero solo nos dejan renovarlo si cumplimos los requisitos.

«Conocí a un voluntario de la Cruz Roja, mi profesor de Bilbao. Me dio mucha confianza, salíamos de fiesta, y me ha enseñado un montón de cosas»

¿Qué idiomas hablas?
El árabe es mi lengua materna y sé un poco de francés. Al llegar aquí no tenía ni idea de castellano, pero lo estudié en la fundación que me acogió en Bilbao. Ahora, también quiero aprender inglés, o mejorar el francés, por el mero placer de aprender idiomas.

¿Por qué decidiste irte de tu país?

En busca de libertad. Yo vivía muy bien en Argelia, tenía un mejor sueldo que aquí. Tenemos un país muy rico: petróleo, gas, oro, y muchos puestos de trabajo. Pero los jóvenes autóctonos, como los de allí, quieren trabajar en oficinas, no en talleres o en el sector primario. La cultura es muy diferente, mucho más restrictiva; hay muchas cosas que no están bien vistas, como que las mujeres vayan por la noche a la calle o que mantengan relaciones sexuales antes de casarse. Es algo que la sociedad castiga mucho. Europa es para nosotros el mundo de una mayor libertad, venimos en su busca.

«Tenemos un país muy rico: petróleo, gas, oro, y muchos puestos de trabajo»

¿A qué te dedicabas tú?
Yo fui soldado junto con mi hermano, pero él pisó una mina y estuvo muy grave. Entonces, mi madre me pidió que dejara el ejército, y así lo hice. Después, tras 3 años como jefe de seguridad de una empresa, compré unos terrenos y construí un criadero de pollos. Tenía tres trabajadores asalariados, pero es un trabajo muy difícil; hay que conocer muy bien el oficio para que los pollos no mueran antes de tiempo por alguna enfermedad.

¿Notas racismo aquí?

Hay mucho racismo. Bueno, no sé si es así, o simplemente tienen miedo. No sé cómo explicarlo. No hay palabras para describirlo. Cuando salgo con mis amigos de aquí, me las apaño muy bien, pero cuando voy solo o con amigos árabes, la gente me mira mal. Creen que venimos a robar, a cobrar ayudas, piensan que no queremos trabajar.

¿Echas de menos muchas cosas de tu país?
No olvidaré mi cultura, pero tampoco la uso mucho aquí. Tengo que amoldarme a esta nueva realidad si quiero hacer amigos aquí. Estoy cambiando algunas cosas; por ejemplo, en Argelia, no conocía el término antiespecista. Hay alguna persona vegetariana para cuidar de su salud, pero nada más. Todavía, es un concepto extraño en mi país. Yo le he conocido aquí, a través de mi amigo de la Cruz Roja, y ahora formo parte de un grupo antiespecista. He notado un cambio muy notable en ese sentido; muchas veces creemos que vamos por el buen camino, pero, al hablar con los demás, nos damos cuenta de que hay que siempre hay cosas que rectificar. Aquí me he dado cuenta de muchas cosas, hay mucha libertad, mucha igualdad.

«Cuando salgo con mis amigos de aquí, me las apaño muy bien, pero cuando voy solo o con amigos árabes, la gente me mira mal»

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